Una de las acepciones
del honor es el honor como valor objetivo, es decir, la fama o imagen
que tiene una persona en relación a sus semejantes. La valoración
que los demás tienen de una persona como consecuencia de una línea
de conducta llevada a cabo por el sujeto.
Dicho esto, por todos es
conocida la fama de mujeriego, burlador y crápula de don Juan
Tenorio. Esta imagen podemos verla cuando pone de manifiesto todos
los delitos y rufianerías cometidas para ganarla apuesta de don
Diego, quien, a pesar de ser un personaje más bien secundario y
creado sólo para resaltar la figura del protagonista, tampoco se
queda atrás en esta imagen de rufián y burlador.
Esta imagen, creada por
el mismo don Juan, queda en entredicho cuando conoce a Inés y se
enamora de ella. La primera persona que cae en la cuenta de este
cambio de actitud es Brígida que, como bien dice ella: yo os
creía un libertino / sin alma y sin corazón,
a lo que él responde:
¿Eso extrañas? ¿No
está claro
que en un objeto tan
noble
hay que interesarse el
doble
que en otros?
(vv. 1326-1328)
Intentando
hacer ver que su atracción hacia la novicia es pura apariencia y es
sólo para ganar la apuesta que le hizo a don Diego.
A
pesar de que don Juan quiere dejar intacta esa imagen pública que se
tiene de él, no duda en humillarse y ponerse de rodillas delante del
Comendador asegurando que su hija ha enderezado sus pasos por
el sendero del bien (v.2499).
Ese
cambio en la actitud de don Juan, del hombre libertino y sin corazón
al hombre renovado y enderezado por el buen camino, hace que su mala
fama que tenía en un principio y que bien supo ganarse por sus
acciones, quede en un segundo plano cuando ese Satanás en la tierra
es salvado del infierno por el ángel cándido que es doña Inés:
Lo que justicias ni
obispos
no pudieron de mí
hacer
con cárceles y
sermones,
lo pudo su candidez
(vv.2504-2507)
Como
era de esperar, esa imagen de crápula y burlador no se la pudo
quitar y cuando de verdad estuvo enamorado nadie le creyó, aunque
gracias a su arrepentimiento final y su declaración de fe pudo
salvarse de la condenación eterna junto con su amada.
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