alma fiera e insolente,
irreligioso y valiente,
altanero y reñidor,
siempre el insulto en los
ojos,
en los labios la ironía,
nada teme y todo fía
de su espada y su valor.
Corazón gastado, mofa
de la mujer que corteja,
y hoy despreciándola
deja
la que ayer se le rindió.
Ni el provenir temió
nunca,
ni recuerda en lo pasado
la mujer que ha
abandonado,
ni el dinero que perdió.
(vv. 100 - 115)
En
estos versos de El estudiante de Salamanca
(100-107) podemos ver qué imagen es la que da el personaje de Don
Félix de Montemar, una persona arrogante, insolente y altanero que
no duda en enfrentarse con otros caballeros por cualquier motivo o
cuando cree que han faltado a su honor.
Entre
estos calificativos también se encuentra el de mujeriego. Pensando
sólo en sí mismo y en su reputación, no siente el más mínimo
interés por las damas a las que conquista ni en la deshonra que
adquieren por su culpa tras ser abandonadas.
Siguiendo
la definición de honor: cualidad moral que el sujeto debe seguir
para cumplir con los deberes propios respecto a la sociedad y a uno
mismo. Debemos poner en duda dicha cualidad en nuestro personaje, ya
que deshonrar a una mujer de la manera en la que lo hace Montemar no
es un acto muy honorable.
En Salamanca famoso
por su vida y buen
talante,
al atrevido estudiante
le señalan entre mil;
fueros le da su osadía,
le disculpa su riqueza,
su generosa nobleza,
su hermosura varonil.
Que su arrogancia y sus
vicios,
caballeresca apostura,
agilidad y bravura
ninguno alcanza a
igualar;
que hasta en sus crímenes
mismos,
en su impiedad y
altiveza,
pone un sello de grandeza
don Félix de Montemar.
(vv. 125 - 139)
Como vemos en este fragmento, a pesar de la actitud chulesca,
seductora y petulante de don Félix, gozaba de gran fama entre la
sociedad, lo que hacía que se creciera aún más y aumentara su
altanería, creyéndose capaz de desafiar al diablo e incluso al
mismísimo Dios. Esta actitud de superioridad de la que se cree
poseedor y de no respetar ni al señor celestial ni al príncipe de
las tinieblas será la que lo lleve a la tumba.
Un ejemplo de ese carácter desafiante al más allá lo encontramos
cuando don Félix se encuentra con la dama espectral y empieza a
hablar con ella:
“Esa voz con que hacéis miedo,
de vos me enamora más.
Yo me he echado el alma atrás;
juzgad si me dará un bledo
de Dios ni de Satanás” (vv.
1155 -1159)
Esta actitud de caballero arrogante y engreído que actúa sólo en
su propio beneficio sin importar la honra de los demás desmitifica
su honor como hombre y como caballero, algo tan importante en aquella
época.
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